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Conquest #26 – Roboute Guilliman, el hijo del Emperador

Hola a todos!

El vigésimo sexto fascículo nos trae en portada una ilustración del Foul Blightspawn. En esta ocasión acompañan al fascículo un par de botes de pintura, Reikland Fleshade y un bote de Abaddon Black. Y como puntos de interés nos mencionan, ¡Aprende sobre Roboute Guilliman!, descubre a las Grean Unclean Ones y guías de pintura detalladas.

Empecemos por la Narrativa.

Tras la Herejía de Horus, las instituciones y organizaciones de la Humanidad se derrumbaron por completo dado que Terra fue casi destruida. El Emperador, que había llegado al fin de su vida mortal, seguía existiendo únicamente gracias a su Trono Dorado. Los psíquicos comenzaron a aparecer en números cada vez más altos y apenas podían ser controlados. La guerra consumía la galaxia, y aún más peligros acechaban entre las estrellas.

Lideradas en su mayoría por Ultramarines y Space Wolves, las fuerzas lealistas protagonizaron durante el M31 lo que se conoce como La Purga. Acabaron con un gran número de enemigos de la galaxia, pero había muchos traidores. La mayoría huyeron a la seguridad relativa del Ojo del Terror. La Purga no acabó don la huida de las Legiones Traidoras, si no que en la posguerra de la Herejía quedó claro el verdadero alcance de la rebelión de Horus. La búsqueda de los desleales se convirtió en una tarea hercúlea.

Conocida como la Gran Fisura, la Cicatrix Maledictum es un cúmulo gigante de tormentas del warp que ha desgarrado el Imperium en dos. Su origen puede rastrearse hasta Abaddon the Despoiler, el cual lanzó varias invasiones conocidas como las Cruzadas Negras. Con cada invasión destruyó parte de una serie de antiguas estructuras alienígenas que existían en muchos mundos. Hacer esto debilitó la barrera entre la realidad y el warp. Destruida la última tormentas gigantes desgarraron la galaxia en toda su longitud. La Cicatrix Maledictum ahora recorre el Imperium.

A continuación los presentan a las Great Unlean Ones, Daemons Mayores líderes de las Legiones de Plaga de Nurgle. Pese a su aspecto de pesadilla sienten un gran afecto por sus tropas, se enorgullecen de los éxitos de sus seguidores ya sean victorias o el desarrollo de nuevas pestes y bubas. Se deleitan en la alegría de la guerra, riendo para sí mientras animan a sus seguidores a avanzar con elogios de ánimo y les colma el deseo de organizar y dirigir a la turba daemónica bajo su mando.

Continuamos con Death Guard Possessed. La mayoría de adoradores del Chaos buscan el poder por encima de todo, y los seguidores de la Death Guard no son distintos. Algunos Plague Marines eligen abrir sus cuerpos a la posesión daemónica, intercambiando lo que les queda de humanidad por el poder que puede proporcionar. Aunque rara vez acaba bien para el anfitrión. Quienes se abren a los Daemons no tardan en encontrarse luchando por controlar sus propios cuerpos.

Lo siguiente que nos presentan es a Roboute Guilliman, Primarca de los Ultramarines. El hijo Vengador, el Unificador y el Verdadero Señor de Ultramar. Luchó batalla tras batalla en nombre de su padre, el Emperador de la Humanidad. Compartía su visión de una nueva era de la Humanidad. Desafortunadamente la Herejía de Horus destrozaría ese sueño. Fue Guilliman quien tomó la espada de su padre y juró honrar el legado del Emperador caído.

Lideró al Imperium más que ningún otro durante la Purga. Completó su obra maestra, el Codex Astartes, y centró su atención en restaurar el Imperium a algún nivel de su antigua gloria. Pero no tuvo ocasión. Se encontró con su hermano Fulgrim, ahora un Primarca Daemon y fue herido mortalmente en batalla. Congelado en el momento de su muerte permaneció en estasis durante 8000 años. Cuando despertó y fue sanado se horrorizó por el estado del Imperium.

A su regreso tomó el control de los ejércitos y reclamó su posición como Lord Comandante. Ha comulgado con el Emperador y, aunque no hable de su reunión, abandonó la sala del trono determinado a seguir luchando y defender su amado Imperium contra sus muchos enemigos.

Por último nos presentan a los Blood Angels.

Creados durante la Primera Fundación, son uno de los capítulos más antiguos y orgullosos. Personifican todo lo que es bueno y noble, pero su semilla genética tiene un grave defecto. Todo Blood Angel libra una batalla constante por el control de su propia furia. A esta furia se la conoce como Sed de sangre, una locura psicótica causada por el eco psíquico de la muerte de su Primarca a manos de Horus.

Los Blood Angels no siguen el Codex Astartex al dedillo y usan métodos distintos para mostrar el rol de batalla de cada escuadra y guerrero. El papel estratégico de cae guerrero se indica con el color del casco. La compañía a la que pertenecen se indica con el icono exhibido en la hombrera derecha. Y, si un hermano cae en la Rabia Negra, se une a la Death Company, pierden su heráldica, pintan la armadura de color negro y adoptan los iconos de los condenados.

En esta ocasión, al no venir ninguna miniatura, no viene ningún instructivo de cómo montar. Pasamos directamente a la sección de pintura.

Para finalizar, en Cómo Pintar nos traen un pequeño tutorial dedicado a la shade que acompaña a este fascículo Reikland Fleshshade. Esta shade, como su nombre indica, es usada para darle profundidad a la carne.

Un saludo y hasta pronto!!

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Conquest #25 – Sepultado hacia la gloria

Hola a todos!

El vigésimo quinto fascículo nos vuelve a traer en portada a un Dreadnought, parte del cual acompaña al fascículo y completará la miniatura junto con el fascículo anterior. Y como puntos de interés nos mencionan, descubre más Dreadnoughts, pinta tu Redemptor y miniaturas poderosas en juego.

Empecemos por la Narrativa.

Siguiendo la estela del fascículo anterior, nos siguen mostrando más Dreadnoughts. El primer modelo que nos presentan es el Contemptor Dreadnought. uno de los vehículos más antiguos de las armerías Space Marines. Se remonta a la época del ascenso del Emperador en Terra. El conocimiento requerido para crear nuevos Contemptors se perdió hace mucho tiempo y desde el final de la Herejía de Horus se han visto muy pocos en el campo de batalla.

El siguiente que aparece es el Ironclad Dreadnought. un modelo más blindado. Cambian sus armas de largo alcance por armaduras más gruesas y potentes armas de corto alcance. Como arietes vivientes, chocan contra las defensas enemigas, aplastando posiciones fortificadas con martillos sísmicos o destrozando infantería con puños sierra y bólteres huracán. Son las máquinas de guerra rompeasedios definitivas.

Los Dreadnoughts son unas máquinas de guerra muy versátiles. Pueden equiparse con una amplia variedad de armas en función del enemigo contra el que combaten o el rol que desempeñan en el campo de batalla.

Las inmensas legiones de la Death Guard no siempre luchan en solitario. Suelen acompañarles a la batalla multitud de aliados, muchos de ellos leales al Abuelo Nurgle. Sus fuerzas provienen de hombres y mujeres de los regimientos caídos del Astra Militarum o máquinas de guerra corruptas.

En esta ocasión, al venir el instructivo en el fascículo anterior, esta sección ha quedado vacía. Pero cómo la miniatura estaba al incompleto no ha sido hasta este momento que hemos podido montarla.

En Cómo Pintar nos explican cómo pintar el Redemptor Dreadnought. Nos guían paso a paso a través de todas las pinturas que hemos ido obteniendo en los fascículos anteriores.

Para finalizar el fascículo llegamos a Ataque del Redemptor. En esta ocasión, y al ser la primera vez que obtenemos este tipo de miniatura, nos amplían el tutorial explicándonos cómo funcionan el Redemptor Dreadgnout y las hojas de datos cambiantes.

Un saludo y hasta pronto!!

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Conquest #24 – Sepultado hacia la batalla

Hola a todos!

El vigésimo cuarto fascículo nos trae en portada a un Dreadnought, parte del cual acompaña al fascículo. Y como puntos de interés nos mencionan, aprende sobre los Dreadnoughts, descubre los Helbrutes de la Death Guard y emocionantes misiones nuevas.

Empecemos por la Narrativa.

En esta ocasión, gran parte del fascículo está dedicado a los Dreadnoughts.

Los Space Marines heridos de muerte se les suele apartar de la batalla para dejar que mueran con dignidad. Algunos, sin embargo, muestran un deseo de luchar excepcional. En lugar de dejarlos morir, los sepultan en un Dreadnought para que puedan seguir combatiendo a los muchos enemigos del Imperium.

El piloto es implantado quirúrgicamente en un sarcófago Dreadnought. Una vez allí, el piloto nunca es retirado de la maquinaria que lo sustenta. El enlace entre el Space Marine y el sistema del sarcófago existirá durante el resto de la vida del guerrero. Los Dreadnoughts más antiguos han servido al Imperium durante miles de años.

Debido a que son reliquias viva de su Capítulo, las amplias cámaras que contienen los Dreadnoughts del Capítulo son santuarios sagrados. Los Techmarines cuidan de los Dreadnoughts con gran afecto, atendiendo las necesidades de hombre y maquina.

Los Primaris Space Marines no son la única adición nueva a las fuerzas de los Adeptus Astartes. Los Redemptor Dreadnoughts son mucho más grandes, potentes y están mejor diseñados que los anteriores Dreadnoughts. Estas máquinas de guerra gigantes reducen a los enemigos a astillas de hueso y tripas. Un guerrero sepultado en un Redemptor Dreadnought puede controlar su máquina a niveles de destreza y velocidad sorprendente, pero la experiencia los agota rápidamente. Los potentes sistemas de un Redemptor Dreadnought matarán al piloto con el tiempo.

El equipo de un Redemptor Dreadnought puede variar entre una gama de armas diferentes, incluyendo cañones de plasma gigantes, lanzacohetes, lanzallamas y cañones gatling mortíferos. Estas armas son de las más avanzadas en los ejércitos del Imperium

Continuamos con los Hellbrutes. Estos son las versiones retorcidas por el Chaos de los Dreadnoughts. Un Chaos Space Marine tullido yace en el interior de esta repugnante combinación de carne y metal. Son una visión común entre los Chaos Space Marines, aunque el dolor y el horror de esta experiencia vuelve locos a la mayoría de Hellbrutes. Buscan acabar con su sufrimiento mediante la destrucción en batalla.

¡Baal bajo asedio!

«Baal, el planeta natal de los Blood Angels, se encontraba asediado bajo una enorme armada de naves Tyranid. Se arremolinaba en los cielos y ocultaba las estrellas. Los Blood Angels contaban con una fuerza de combate de tamaño y fuerza increíbles, pero seguían siendo demasiado pocos.

La batalla duró muchos días y poco a poco las fuerzas de los Blood Angels iban menguando. Cada soldado caído era un golpe terrible, en cambio por cada criatura Tyranid muerta era reemplazada por otras diez. La situación era tan dura que habían despertado la fuerza completa de Dreadnoughts para defender lo que quedaba de Baal.

Los Dreadnoughts combatieron con toda su habilidad y furia, luchando hombro con hombro, sin descansar ni un momento. Su presencia y ejemplo inspiraron a los Blood Angels que luchaban junto a ellos. Sin embargo no era suficiente.

Los Tyranids comenzaron a enviar monstruos cada vez más grandes y viles en un intento de superar a los tercos héroes de Baal. Poco a poco los venerables Dreadnoughts empezaron a caer, hasta que solo quedaron cuatro en pie, recitando las letanías y lemas de su capítulos mientras se preparaban para al fin morir cumpliendo su deber.

Por suerte para los defensores, la salvación estaba al alcance. Los Ultramarines a las órdenes de Roboute Guilliman habían llegado. En solo unos minutos tras la llegada de los Ultramarines, el curso de la batalla cambió gracias a la ayuda de los Redemptor Dreadnoughts. Comenzaron a disparar a los invasores con cañones pesados gatling y con haces de energía sobrecalentada de sus macroincineradores de plasma. Hordas de Tyranids cayeron por su mano.

La armada de Ultramarines destrozó dos bionaves en órbita y cuando los cielos se despejaron y amaneció sobre Baal, la lucha comenzó a acercarse al fin. La base del Arx Angelicum estaba rodeada por una montaña de Tyranids muertos, pero la fortaleza siguió en pie gracias a los esfuerzos combinados de los Blood Angels y los Ultramarines.»

Pasamos a Cómo Montar, nos enseñan cómo montar al Dreadnought. Pero, al venir en este fascículo la primera parte, solo podremos avanzar un poco y esperar al siguiente.

En esta ocasión, al ser la primera parte del Dreadnought, no nos viene guía de pintura.

Un saludo y hasta pronto!!

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Conquest #23 – Embellezcamos la mesa con unos cuantos accesorios

Hola a todos!

El vigésimo tercer fascículo nos trae en portada a un grupo de Nurgletes. En esta ocasión acompaña al fascículo unos accesorios de batalla. Y como puntos de interés nos mencionan los accesorios de batalla, aprende sobre los Chaos Daemons y añade nuevas miniaturas a tus misiones.

Empecemos por la Narrativa.

Comenzamos por la Organización del Capítulo. Los Space Marines siguen las enseñanzas del Emperador y los Primarcas. Cada Capítulo es liderado por un Señor del Capítulo y la mayoría se organiza de acuerdo al Codex Astartes, un documento escrito por Roboute Guilliman hace miles de años. Se trata de un detallado manual de instrucciones. Sus páginas explican cómo debería organizarse, funcionar y guerrear un Capítulo. La organización del Codex permite una estructura de mando muy flexible lo que permite a los Capítulos combatir como varias fuerzas separadas. Es raro que un Capítulo luche en conjunto. Los Capítulos que siguen el Codex se dividen en diez compañías. Cada una de ellas suele estar dividida en diez escuadras de diez guerreros. También tienen acceso a una amplia gama de vehículos blindados, naves de asalto, motos y una flota para transportarlos a la batalla.

A continuación nos presentan a los Daemosns del Chaos, pesadillas creadas de los pecados y vicios de las criaturas mortales. La apariencia y comportamiento de un Daemon dependen del dios que lo cree. Por ejemplo, Khorne, el Dios de la Batalla, crea criaturas agresivas ansiosas por asesinar y destruir. Nurgle, por otro lado, crea horrores putrefactos que provocan revulsión en quienes las contemplan.

La disrupción estelar, las tormentas del warp y otros eventos psíquicos pueden atraer legiones daemónicas desde su reino. Destruyen mundos y poblaciones enteras. Matar físicamente a un Daemon en el espacio real lo expulsará, pero el Daemon terminará por reformarse en el warp, cuando eso ocurra, volverá con todo tipo de venganzas en mente.

Los Daemons del Chaos son los mayores y más antiguos miedos de los mortales dados forma. Implacables y crueles, son los enemigos del orden y la razón. Contra estas vastas y mortíferas legiones, la victoria parece imposible, y su número sigue aumentando.

Continuamos con la Jerarquía del Imperium. El Imperium es vasto y la comunicación entre planetas puede ser inefectiva y hasta imposible. En Terra, enormes organizaciones Imperiales tratan de mantener una impresión de orden.

Los Nurglings son los siguientes en hacer su aparición. Pequeños diablillos de plaga con colmillos como agujas son la diminuta imagen del propio Nurgle. Se reúnen en grupos grandes y trepan sobre sus enemigos en una marea de mordiscos y arañazos. Plagados de enfermedades, cada pequeño mordisco no tarda en pudrirse y ennegrecerse a medida que la infección se propaga.

Por último nos narran una Batalla sucedida en Acheron: «Acheron en Llamas».

«En el planeta desolado de Armageddon, en la ciudad colmena de Acheron, los Exploradores Blood Angels del Sergeant Archilos protegen un valioso envío de munición de los Orks. Estos inundaban las aceras y las barricadas, sus bramidos salvajes casi ahogaban las vococomunicaciones de la Escuadra Archilos.

Los Exploradores abatían enemigos a izquierda y derecha mientras se retiraban a una línea de defensa. En ella, cuando estuvieron parapetados, el artillero pesado, Dionys, hizo llover un proyectil tras otro sobre los Orks a la carga. Cuando quedaron retrasados por la devastadora andanada, Dionys apuntó a la línea de barriles de promethium que acababan de dejar, haciendo explotar así a una línea entera de guerreros Orks. Estos quedaron reducidos a cenizas. Pero los Orks que los seguían continuaron cargando a través de las ardientes nubes. estrellándose contra Dionys y engulléndolo.

Archilos sintió que la furia lo dominaba y con su espada sierra en alto hizo una señal de contraataque. Mientras lideraba la carga desde las pasarelas superiores resonaron disparos de francotirador. anunciando así la llegada de los refuerzos. Era el momento de que los Orks pagasen.»

Pasamos a Cómo Montar, que en esta ocasión nos enseñan cómo montar los Accesorios de Batalla que acompañan al fascículo.

En Cómo Pintar nos explican cómo pintar los Accesorios de Batalla. Nos guían paso a paso a través de todas las pinturas que hemos ido obteniendo en los fascículos anteriores.

Para finalizar el fascículo llegamos a la parte de la campaña, que en esta ocasión ya no nos muestra ningún tutorial. Por lo que a partir de este fascículo, y a menos de que aparezca otro apartado de tutorial, ya no seguiré comentando este apartado. Se verán en entradas dedicadas a la campaña.

Un saludo y hasta pronto!!

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Conquest #22 – ¿Texturizamos?

Hola a todos!

El vigésimo segundo fascículo nos trae en portada a unos Plage Marines. En esta ocasión acompañan al fascículo una pintura de la gama Texture, Astrogranite, y un pincel Base. Y como puntos de interés nos mencionan, batallas de la Death Guard, mundos del Imperium y aprende a decorar peanas.

Empecemos por la Narrativa.

Esta vez arrancamos con el Codex Astartes. Este Codex no es solo un manual de organización y estrategia, si no que también contiene muchas páginas de guía para asegurar la pureza de la semilla genética de los Primarcas.

Durante la Herejía de Horus, se vieron grandes debilidades en la semilla genética de varias Legiones. Estos defectos habían empeorado por las técnicas usadas en el desarrollo de órganos de semilla genética y en el entrenamiento de nuevos reclutas. En respuesta, el Codex Astartes busca reconocer y eliminar estas debilidades ya sea física o mental.

Ahora los Space Marines son seleccionados, creados y entrenados de una forma lenta, cuidadosa y estricta. Se monitoriza y revisa en busca de defectos. Y se comprueba la pureza de todos los órganos semilla. Los reclutas pasan por duras pruebas de selección y años de entrenamiento. Por ultimo cada Capítulo proporciona un diezmo de semilla genética a las autoridades Imperiales, se revisa su pureza y se almacena, en caso de que el Imperium solicite una fundación de Capitulo.

Durante diez mil años, la Death Guard ha extendido la plaga y la enfermedad por las estrellas. Incontables ejércitos han sido destruidos o corrompidos bajo su avance. Su registro de batalla es largo y está lleno de relatos de hechos horribles. Estas son algunas de sus Crónicas de Virulencia.

Continuamos con La Gran Cruzada. Se inició para reconquistar los mundos perdidos por el Imperium durante la Era de los Conflictos. A la cabeza de los enormes ejércitos de la Humanidad marchaba el Emperador, con sus Legiones Space Marines a su lado. Se emplearon muchas décadas en librar severas campañas y el Emperador no tardó en dirigir guerras en un centenar de frentes distintos. Pese ser un mortal tan poderoso e inteligente fue una tarea ardua.

A lo largo de los años de cruzada, el Emperador fue encontrando a sus hijos, los Primarcas, que habían sido desperdigados por la galaxia por las fuerzas del Chaos. Con los Primarcas liderando cada una de sus Legiones, el emperador pudo centrar su mente en la estrategia general de la Gran Cruzada. Poco a poco empezó a depender más de sus hijos a medida que demostraban ser guerreros capaces y moldeaban cada Legión a su imagen. Con la cruzada progresando a gran velocidad, el Emperador decidió cederle el liderazgo de la maquinaria de guerra a su Primarca favorito, Horus, y se retiró a Terra para dedicar sus poderes psíquicos a un proyecto secreto.

Esta decisión sería quizá el mayor error del Emperador. El Señor de la Guerra acabaría sucumbiendo al Chaos y se rebelaría contra el Imperium.

Los Mundos del Imperium son variados, algunos proporcionan combustible y provisiones, mientras que otros son trampas mortales llenas de flora y fauna letales. Cada tipo de mundo es colocado en una categoría por el Adeptus Administratum.

En esta ocasión, al no venir ninguna miniatura, no viene ningún instructivo de cómo montar. Pasamos directamente a la sección de pintura.

En Cómo Pintar nos traen un pequeño tutorial dedicado a la Texture Astrogranite. Este tipo de pintura es usado para decorar la peana ya que no es una pintura ordinaria. Al aplicarla se ve un granulado y al dejarla secar obtenemos de forma fácil y sencilla una textura de terreno parecida a lo que sería el hormigón, pero muy plano.

Para finalizar este fascículo llegamos a Hazte con los suministros. Continuamos con el Tutorial, pero en esta ocasión nos explican cómo Preparar tu campo de Batalla.

Un saludo y hasta pronto!

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Conquest #21 – Golpeamos desde las sombras

Hola a todos!

El vigésimo primer fascículo nos trae en portada tres Reivers, miniaturas que lo acompañan, y una tarjeta de referencia de reglas. Y como puntos de interés nos mencionan, conoce a Mortarion, refuerzos Reivers y ¡Comienza la invasión de Korvon II!

Empecemos por la Narrativa.

Comenzamos con una pequeña historia titulada «El ataque de los colmillos».

«Una unidad de Reivers de los Space Wolves se encuentran en una maniobra de infiltración. En la cual han de suprimir las fuerzas cultistas dentro de un edificio. El Líder junto a dos de sus mejores hombres se infiltran en la parte superior de la instalación, preparando así fuego de cobertura para el resto de la unidad, mientras el grueso permanece detrás de la puerta totalmente en silencio. Esperando la señal.

A un grito del Líder de Manada, tiraron la puerta abajo y entraron con las filoarmas en alto, lanzándose hacia donde se encontraban los cultistas del caos mientras bajo sus mascarillas en forma de calavera se escuchaban gruñidos caninos.

En un momento, el suelo se encontraba lleno de cadáveres y la manada lanzaba un aullido agudo en señal de victoria.»

Continuamos con una nueva presentación de la Armería de los Space Marines. En este caso nos presentan el equipo de los Hellblasters. Siendo la unidad de apoyo de fuego preferida de muchos Capítulos, los Hellblasters son capaces de convertir a sus blancos acorazados en restos llameantes gracias a sus armas de plasma.

Seguimos dando un pequeño paseo por los Mundos del Imperium. El numero exacto de planetas habitados por ciudadanos del Imperium es desconocido. Se colonizan planetas todo el tiempo, así como se pierden por los enemigos la Humanidad, pero las distancias, las guerras y los conflictos suele significar que tarden siglos en ser reconocidos como parte del Imperium. La Humanidad ha establecido colonias en muchos tipos de mundos, desde rocas sin atmósfera hasta junglas profunda. Estos planetas no solo tiene entornos distintos, sino que a menudo papeles diferentes que desempeñar. Algunos son mundos agrícolas, otros mundos forja..

El Imperium tiene un registro de todos los mundos, asegurándose de que todos aporten una forma de impuesto conocido como diezmo, a Terra. Generalmente tropas, fondos, comida, materiales brutos o equipo. Mientras el diezmo se pague, al Imperium le importa poco cómo se gestione el mundo. De no pagarse, el Imperium no perdona.

Por último llegamos a Mortarion: un nombre temido en toda la galaxia.

Mortarion es el Primarca Daemon de la Death Guard. Ha jurado lealtad a Nurgle a cambio de los poderes oscuros que él ofrece. Ha asolado la galaxia durante miles de años, aplastando a sus enemigos en el campo de batalla. Su armadura, la barbarana, está en vuelta en una túnica mohosa. En una mano empuña la guadaña mortífera conocida como Silencio. En la otra empuña la Linterna, una pistola de energía alienígena. Envuelto en una nube de moscas y vapor de plaga tóxico desciende al campo de batalla trayendo consigo el hedor de la muerte.

Antes de la Gran Cruzada, los Primarcas habían sido dispersado por la galaxia por las fuerzas del Chaos. El emperador pasó años intentando encontrar a sus hijos. Cuando al fin halló a Mortarion, su hijo luchaba en una rebelión contra los crueles señores de la guerra que gobernaban Barbarus, el planeta donde había quedado encallado.

En la batalla final, con la victoria entre sus manos, resultó gravemente debilitado por las armas químicas de sus enemigos y al borde de la muerte. Fue en ese momento cunado el Emperador lo salvó y acabó con el ultimo señor de la guerra. El suceso marcó a Mortarion y este comenzó a sentir rencor hacia el Emperador por arrebatarle la victoria por la que tan duro había trabajado. Continuo bajo su mando pero el resentimiento permaneció. Al final, el Primarca Horus usó su amargura para corromperlo y convencerlo de unirse en su destructiva rebelión contra el Imperium.

Pasemos a Cómo Montar, que en esta ocasión nos viene el mismo instructivo que en el tercer fascículo, ya que son las mismas miniaturas.

En Cómo Pintar nos amplían la guía de cómo pintar los Reivers con las pinturas que obtuvimos en los fascículos anteriores.

Para finalizar este fascículo llegamos a Korvon II. Continuamos con el Tutorial, pero en esta ocasión nos hacen un recordatorio de las reglas básicas junto con el desplegable que acompaña al fascículo.

Un saludo y hasta pronto!

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Mi Rey

Me encontraba en el sur, viendo los estragos de una guerra interminable. Campos calcinados, hogares destruidos. Pura miseria. Fue bajo ese panorama cuando me enteré y comencé mi largo viaje de regreso. Dejé atrás ese desolado territorio con mis pensamientos volando de un lado a otro, sin ser capaz de enfocar durante mucho rato ningún recuerdo en concreto. Mi mente vagaba en el pasado, luchas, sudor, lagrimas, risas y cerveza. Oh si, montones de cerveza. Vagué largas jornadas prácticamente sin detenerme, meditando todo lo que había visto, todo lo que había pasado y sobre todo recordando. Me enseñaste mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir y sobre todo me diste un punto de vista que jamás habría pensado poder adquirir.

Aún recuerdo las largas veladas en las que Padre nos contaba como habías llegado a nuestro hogar.

«El cielo gritaba, el suelo retumbaba. La lluvia golpeaba las capas con agresividad mientras la comitiva real volvía a casa. Tras dos largos años habían estado en el frente de batalla, lanzando ataques contra los Altos Orcos que amenazaban el territorio. Cruentas batallas se desarrollaban sin parar y ningún bando parecía flaquear. Al final los orcos se retiraron logrando así la victoria que el reino añoraba, el comienzo de la paz. Esa noche regresarían a la montaña, regresarían al hogar.

Bajo el ensordecedor diluvio los enanos avanzaban implacables, imperturbables y, en cierto sentido, ansiosos. Pero algo los hizo pararse, algo que estaban demasiado acostumbrados a oír. El aullar de los Altos Orcos.

Se prepararon para la batalla, enarbolaron las armas y prepararon las ballestas. Pero ningún orco salió de la maleza. De hecho, más bien parecía que ya estaban luchando contra algo.

En silencio, y bajo el amparo de la lluvia, todos comenzaron a avanzar lentamente hacia el sonido de la batalla y lo que allí encontraron fue demoledor. Una caravana humana estaba siendo aniquilada por un grupo perdido de los Altos Orcos, pocos eran los soldados que quedaban en pie y pocas eran las esperanzas de los que tumbados se hallaban. A una sola voz, tan profunda y atronadora como el mayor de los truenos todos los enanos a una salieron para diezmar a los aturdidos orcos que no esperaban aquellos refuerzos. Y, en un abrir y cerrar de ojos, no quedaba ningún orco vivo. Pero ya era demasiado tarde.

El rey se acercó al único humano que aún vivía, o más bien sobrevivía. La lluvia golpeaba su rostro encogido por la angustia, parecía como si un torrente de lagrimas se derramara por sus mejillas, sin control. Poco se podía hacer por él, los orcos habían abierto su vientre y sus entrañas se esparcían a su alrededor. Pero aún así el hombre se aferraba a la vida, aún así el hombre balbuceaba algo incansablemente. Y fue en el momento en el que el monarca acercó la cabeza para escuchar sus palabras cuando sus ojos perdieron su brillo. «Mi hijo… por favor…. mi hijo…»

El trueno retumbó y un llanto se alzó por encima del estruendo de la tormenta. Un pequeño retoño, debajo del cadáver de una mujer con cinco flechas a su espalda, lloraba. Lo alzó en alto, la mujer lo había mantenido ileso de la masacre. Lo miró y le recordó a un pasado no tan distante. Lo envolvió con su capa y mandó dar sepultura a todos los humanos y cavar una zanja para los orcos, nada podía arder bajo esa lluvia, pero podía servir de alimento para el bosque.

Y al poco, la montaña se abrió delante de ellos. Bajo la mirada atónita de todos en la fortaleza, incluido yo, decidió acoger al pequeño humano y cuidarlo como a un hijo más.»

Muchos fueron los que al principio despreciaban tu presencia. Los que negaban tu legitimidad. Pero ningún pensamiento de aquel entonces queda hoy en día, pues poco a poco y con perseverancia pudiste cambiar los corazones más duros y cascarrabias.

Aún recuerdo las veladas en las que le pedías a padre, aún siendo un crio de no más de cinco años, para acompañarme a la taberna tras mi jornada en la mina. Te encantaba escuchar los relatos de los mayores junto al fuego y el ruido festivo del local. Muchos de los aquí presentes aún recuerdan como te enfadabas cuando la cerveza subía a la cabeza de algunos enanos y las reyertas empezaban. Te subías a una mesa y con la voz más aguda que cualquier enano haya oído alzabas la voz por encima de todos las voces y gritos cavernosos diciendo «¡Silencio! ¡El mayor está hablando! ¡¿No sabéis lo que es el respeto?!» Y bajo la mirada avergonzada de muchos enanos el silencio volvía a reinar, y el mayor gozaba de un publico mayor y más atento del que estaba acostumbrado en toda la velada.

El tiempo pasaba y crecías más rápido que cualquier enano dentro de la fortaleza, a tus ojos el tiempo no parecía pasar para el resto de nosotros. Gozaste de todos los privilegios y responsabilidades que gozaba cualquier enano, padre siempre te trató como a un igual, pese a que nunca te ocultó nada de tus orígenes.

Fue durante tu servicio en la mina que todo cambió. Desde muy pequeño habías abrazado nuestras costumbres ancestrales. Las llevabas con orgullo, respeto y admiración. Eras más enano que muchos barbilampiños que conozco. Pero un aciago día, todo parecía estar a punto de acabarse.

La mina en la que cumplías servicio se vino abajo. Fue una tragedia. Muchos fueron los que perecieron, pero tu lograste sobrevivir. Tu pierna izquierda quedó atrapada bajo los escombros y un duro golpe en tu cabeza bañaba tu rostro en sangre. Las previsiones sobre tu salud no eran buenas..

Nunca había visto a Padre y Madre tan preocupados. Fueron meses largos y duros, pero haciendo gala de una terquedad legendaria lograste sobreponerte a tus heridas. Y poco a poco todo volvió a la normalidad, el calor del hogar se recuperó.

Pero algo había cambiado en ti. Fue después de eso que te lo oí decir por primera vez: «Yo no tengo tanto tiempo». Lo murmurabas de vez en cuando como si no quisieras decírselo a nadie, como si te lo dijeras a ti mismo. Y, pese que el espíritu enano perduraba en ti, algo nuevo estaba surgiendo, algo que desconocía y que de cierta forma, me asustaba.

Aún recuerdo el día en que te plantaste en frente de Padre y dijiste «Padre, hoy vengo a pedir el derecho a organizar y gestionar un clan. Pero no voy a exigir nada, solo aceptaré aquellos que quieran luchar a mi lado con total desinterés. Y si nadie decide apoyarme, lucharé en solitario el tiempo que haga falta para demostrar mi valía.» Nadie habría dado ni una pizca de oro por aquel joven humano que se enfrentó a padre. Y escasos fueron los que se sumaron a tu causa. Jóvenes incautos que gozaron de tu compañía en el poco espacio de tiempo que ocupaste en la mina.

Nadie dentro de la fortaleza estaba dispuesto a admitirte como jefe de clan y tu sabías muy bien eso. Por eso decidiste tomar un camino tortuoso, distante y solitario. Jamás pediste aquello que nadie estuvo dispuesto a ofrecer.

Fueron muchas las batallas que combatimos juntos, y más las que combatiste en solitario por nosotros. Creaste una deuda que muchas generaciones no podrán pagar.

Pero lo increíble fue lo que llegasteis a hacer siendo tan pocos. Bajo tu liderazgo comenzasteis a limpiar una ladera Norte, infestada de Orcos Salvajes. Primos lejanos de los Altos Orcos, más pequeños y más primitivos. Sirviéndoos de tretas que ellos desconocían, ingenios que ellos no sospechaban, poco a poco hicisteis de lo imposible lo posible y despejasteis la ladera y el valle siendo no más que un puñado de barbilampiños de los que nadie esperaba que regresarais con vida.

Muchos se unieron a tu causa después de eso y con esfuerzo y sudor alzasteis La Ciudadela. Te erigiste con todo el derecho para regentarla, pues eso es lo que habías pedido y eso es lo que obtuviste al luchar por ella. Era tu orgullo, aquello por lo que habías luchado.

Ambas fortalezas, una en el corazón de la montaña y otra en el resplandeciente valle. Ambas fueron creciendo durante años. Pero poco a poco volviste a enzarzarte en una batalla que los más ancianos detestaban. Empezaste a darle la vuelta y a querer innovar en métodos y conocimientos ancestrales. Dentro de la montaña todo estaba patas arriba, muchos del consejo gritaban a padre, sermoneaban de que tal progreso no era necesario y que si las cosas funcionaban no debían cambiarse. Pero una vez mas conseguiste lo imposible.

La hambruna asoló toda la región. Incluso dentro de la montaña empezaba a notarse la pesadez del hambre. Conscientes de que no podrían sobrevivir al invierno, muchos empezaron mirar al exterior. Pero antes de poder siquiera empezar a formarse una idea, apareciste en los grandes portones del norte, presidiendo centenares de carros llenos a rebosar de tubérculos y verduras extrañas que no habíamos visto nunca. Llenando así los estómagos y la esperanza en los corazones abatidos.

En ese momento incluso los más ancianos tuvieron que cambiar la perspectiva con la que te miraban. Habías comenzado un cambio que ninguno esperaba.

Siempre te observé en la distancia. Te acompañé durante muchas aventuras y combates. Siempre me sorprendía la resolución con la que podías enfrentarte a cualquier adversidad. Pero en el fondo sabía que no era nada mas que tu afán por demostrar que podías pertenecer al clan, que podías pertenecer a la familia.

Era una sombra que te perseguía desde pequeño, yo lo sabía. Pero creo que nadie, ni Padre, ni Madre, ni yo dudamos de ti ni un segundo. Pero aún así no solo querías demostrárnoslo a nosotros. Querías demostrarlo a la montaña entera. Y bien que lo lograste.

No fue nada menos que durante la segunda invasión de los Altos Orcos. No habían huido como el consejo pensaba, si no que habían escapado y se habían reagrupado a lo largo de los años. La Ciudadela estaba amenazada, un ejercito veinte veces superior del que disponías se acercaba y no dudaste ni un momento en abandonar la ciudad. «Las casas y las murallas pueden reconstruirse, pero el hogar está dentro de nuestro corazón. Mientras tengamos vida en nuestro interior podremos reconstruir nuestro hogar.» Una idea demasiado humana, pero los jóvenes que habían decidido seguirte adoptaban demasiado rápido esa corriente de pensamiento. Sabían que podías lograr un milagro si te seguían y así fue.

Ese día estaba contigo. La Ciudadela había desalojado hasta el ultimo habitante. Pero antes de marchar habíais preparado títeres para hacer creer a los orcos que aún quedaba resistencia en ella. Gracias a la poca inteligencia que hacían gala el plan funcionó y se lanzaron como polillas a la luz de la antorcha hacia la ciudad. Sus ojos inyectados en sangre solo clamaban guerra y carnicería. Pero tras el envite inicial se encontraron dentro de unas paredes vacías y, antes de que pudiesen reaccionar, la montaña se les vino encima.

Estábamos en la colina este. Agazapados. Viendo como el saqueo y el pillaje seguía el curso natural. Muchos de los presentes empezaban a inquietarse. Sus puños empezaban a tornarse blancos y las mandíbulas estaban tan apretadas que podrían haberse usado para partir nueces. Pero tu estabas tranquilo. Diste la orden de retirada ante los ojos incrédulos de la multitud. A regañadientes y farfullando todos hicieron caso al Líder del Clan. Solo permaneciste tu y un grupo cercano de ingenieros y mineros.

Me quedé a tu lado. Sabía muy bien que el enemigo que tenías en frente no solo se trataba de uno que había hostigado a la fortaleza durante décadas, si no que se trataba de la raza que había masacrado a tu familia veintisiete años atrás. Quedé asombrado con la frialdad que diste la orden de que se prendiese. Y, al cabo de unos instantes, la montaña entera luchaba a nuestro favor. La ladera rugía, las rocas rodaban y el suelo temblaba. La avalancha fue tal que sepultó todo el valle. La Ciudadela y el ejercito de Altos Orco quedaron atrapados bajo una montaña de rocas. Me exalté, te grité y maldecí. ¿Cómo podías derrumbar con tanta facilidad algo que significaba tanto para el pueblo? ¿Cómo podías derrumbar algo que significaba tanto para ti? Pero no me dijiste nada. Solo me miraste. Tus ojos se clavaron en los míos y pude ver algo que nunca volvería a ver. Un dolor tan profundo.. Una ira y una rabia que lo único que pude hacer fue enmudecer.

No fue al cabo de un par de semanas que me explicaste que habías realizado excavaciones y perforaciones para introducir pólvora en la misma ladera de la montaña previendo una invasión a tal escala. Pero con la inocente ilusión de no utilizarla jamás.

Ese día no solo acabaste con un ejercito de orcos lo suficientemente grande como para asediar la fortaleza en la montaña, si no que conseguiste acabar con ellos sin sufrir ninguna baja.

Estabas preparado para lo que estaba a punto de venir. Para un enano su hogar es su orgullo. Y verlo sepultado, no haberlo podido defender, era algo para lo que no estaban preparados para digerir. Pero te plantaste encima de la plaza de discursos y fuiste muy directo y escueto: «Odiadme. Maldecidme. Despreciadme o repudiadme. Pero mirad a quien tenéis al lado. Mirad a quien tenéis detrás.»

Tras tantos siglos de guerra, de perdidas, de dolor, los golpeaste con más fuerza que la propia montaña que acababa de derrumbarse.

Avanzaste en silencio hacia la mina. Cogiste una carretilla y te encaminaste hacia la sepultada Ciudadela. Los días pasaban y tu no te apartabas de La Ciudadela, moviendo piedras de un lado a otro. Solo.

No fue hasta al cabo de un mes que un grupo de barbilampiños se acercó, en silencio, y con varias carretillas comenzaron a ayudarte. Y poco a poco, toda la fortaleza se volcó en la reconstrucción de La Ciudadela, todos querían devolverle el esplendor, todos querían que volviese a brillar.

Desde ese momento todos y cada uno de los enanos empezaron a mirarte con reverencia. A entender que podías traer una era de prosperidad y gloria con la que nadie había soñado.

Y así fue.

El reino creció, prosperó. El comercio se abrió paso a través de La Ciudadela y algo que no se había visto en siglos llenó los corazones de los mas ancianos. Por primera vez el clan afrontaba una época de prosperidad en la que la fortaleza rebosaba de vida. Los jóvenes superaban en numero a los ancianos. Las arcas se llenaban y las guerras eran libradas con el menor numero de bajas anotado en los anales de la historia.

Todo parecía seguir un ritmo prospero y benigno hasta que Padre falleció. El reino cayó de golpe en un estado de luto. Nadie esperaba esta mala noticia, ni mucho menos nosotros. La corona cayó sobre mis hombros sin esperarlo, y el pueblo esperaba que me convirtiese en un monarca igual o mejor que Padre. Pero yo no estaba preparado.

Nunca se puede estar preparado. Me insistías en que era capaz de mucho mas de lo que pensaba. Me insistías en que confiase en mi mismo como Padre confiaba en ambos, pero no me veía capaz, no después de ver lo que habías logrado en tan poco tiempo.

Muchas fueron las discusiones que tuvimos respecto a esto. Muchas fueron las noches en vela en las que tus palabras resonaban a través de la oscuridad. Pero aún así me sentía indefenso ante la tarea que se me encomendaba.

Mi orgullo batallaba contra mi racionalidad. ¿Qué era lo que podía hacer? ¿Qué era lo que podía aportar? Una espiral oscura se cernió sobre mi, cada vez más pesada. Cada vez más opresiva. Algo que repetías constantemente desde el incidente de la mina empezó a martillear en mi mente. «Yo no tengo tanto tiempo.»

Decidí tragarme mi orgullo y bajé a La Ciudadela. Incluso después de todas las peleas, de todo lo que había dicho me recibiste con los brazos abiertos. Hablamos. Mucho. La noche dio paso al amanecer, y desde el balcón vimos el sol asomarse tras el escarpado valle. Entonces me dijiste «Márchate». Atónito te miré. No sabía que decir, no sabía que pensar. Entonces continuaste. «Márchate. El mundo es basto, el conocimiento que en él habita es inconmensurable. Estás perdido, no sabes que hacer. Márchate y busca lo que necesitas. Y después, regresa.»

Me marché de tu hogar sin decirte ni una palabra, no sabía que decir, no sabía que pensar. Medité mucho lo que me dijiste y junto a varios de mis mejores amigos y compañeros dejé la fortaleza en los días siguientes. El consejo de ancianos estaba conmocionado, que el monarca dejase la fortaleza con tal escueto sequito era algo sin precedentes, un suicidio para la familia real. Y todo recayó de nuevo sobre ti.

Te mantuviste firme regentando La Ciudadela y formaste parte del consejo como principal asesor. Todos escuchaban tus opiniones y consejos. Mantuviste el reino floreciente durante muchos años. Conseguiste devolver la gloria a un reino en decadencia.

Pese a no haber abandonado nunca el territorio bajo el amparo de la fortaleza, parecías saber mucho más del mundo que todos nosotros juntos.

Hoy, todos los presentes te honramos. No hay ni un solo enano que desconozca tu nombre. No hay ni un solo enano que no daría la vida por tu honor. Hoy, toda la fortaleza está reunida y en todas las miradas veo orgullo y reverencia. Hoy, hablo en nombre de todos los enanos cuando digo que me siento orgulloso y feliz de haber podido formar parte de tu vida. Hoy, las puertas de nuestro panteón se abren para que el primer y único humano las cruce y sea reverenciado por nuestros ancestros, como el primer humano que fue un verdadero enano.

Nos veremos pronto. Mi amigo. Mi hermano. Mi Rey.


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Conquest #20 – Un, dos, tres, ¡Containers otra vez!

Hola a todos!

El vigésimo fascículo nos trae en portada más Monitorum Armoured Containers, escenografía que lo acompaña. Y como puntos de interés nos mencionan los Monitorum Armoured Containers, el Codex Astartes y colocar escenografía.

Empecemos por la Narrativa.

Lo primero que nos muestran son a los sucesores Ultramarines. Se han extendido por la galaxia y continúan defendiendo el Imperium de las muchas y variadas amenazas que acechan los espacios entre las estrellas. Con la galaxia desgarrada por la Gran Fisura, muchos de estos Capítulos libran batallas constantes contra las fuerzas del Chaos y alienígenas.

Continuamos con las insignias de Honor. Estas insignias se conceden a los guerreros Space Marines por valentía o habilidad excepcional en combate. Son una parte importante del ritual de guerra, y los guerreros se enorgullecen enormemente al exhibir los símbolos en su armadura de ceramita. Los Marines que han ganado estas insignias son muy respetados.

Por último nos presentan el Codex Astartes. Tras la Herejía de Horus, Roboute Guilliman empezó el Codex Astartes. Un libro enorme que detalla tácticas, equipo, marcas, protocolos de mando y demás doctrinas Space Marines. La parte que resultó más controvertida en su momento fue la de dividir las nueve Legiones leales. Esto fue para que ningún otro hombre acumulara tanto poder como para poder repetir lo que sucedió en la Herejía.

Pasamos a Cómo Montar, que en esta ocasión nos viene el mismo instructivo que en el decimotercer fascículo ya que son las mismas miniaturas de escenografía.

En Cómo Pintar nos explican cómo pintar el Armoured Container. Es el mismo instructivo que en el decimocuarto fascículo, con la variante que en esta ocasión pintaremos el Armoured Container de Mephiston Red. Además nos muestra por primera vez cómo pintar los Barriles de Promethium.

Para finalizar este fascículo llegamos a Duelo de Campeones. Continuamos con el Tutorial, pero en esta ocasión nos explican cómo preparar tu propio campo de batalla y cómo elegir zonas de despliegue.

Un saludo y hasta pronto!!

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Conquest #19 – ¡Lord Felthius ataca!

Hola a todos!

El decimonoveno fascículo nos trae en portada a Lord Felthius y su Tainted Cohort, miniaturas que lo acompañan. Y como puntos de interés nos mencionan, ¡Lord Felthius Ataca!, Blightlord Terminators y ¡Telepórtate a la batalla!

Empecemos por la Narrativa.

Lo primero que nos muestran son los Lords of Contagion. Poderosos campeones que dirigen a las fuerzas Death Guerd. Estos campeones son agresivos y directos, por lo que prefieren usar la fuerza bruta a la astucia y la sutileza.

Los Lords of Contagion personifican la plaga que se extiende con rapidez, matando sin preocupación y dejando montañas de cuerpos a su paso. Estos campeones son directos y brutales, armados con hachas gigantes de dientes rugientes conocidas como segadores de plaga o con enormes guadañas a dos manos conocidas como sacatripas. En su arsenal también cuentan con las antiguas armaduras Terminator Cataphractii lo que les ofrece gran resistencia.

Uno de los Lords of Contagion es Lord Felthius, comandante del vectorium de los Hijos Mancillados. Este Lord se hizo con el poder hace cientos de años siendo un comandante efectivo que ha pulverizado los ejércitos de docenas de mundos Imperiales. Obtiene gran satisfacción de su trabajo y abraza los dones del Abuelo Nurgle con entusiasmo. Desde que se abrió la Gran Fisura tiene la oportunidad de liderar a sus tropas en una campaña de virulencia contra el Imperium. Con cada batalla que gana atrae más bendiciones de Nurgle, acercándose cada vez más a obtener un poder inmenso y la inmortalidad al convertirse en un Daemon Prince.

Por último nos encontramos con los Blightlord Terminators. Estos son Plague Marines veteranos con armaduras Terminator Cataphractii. Aunque su avance es lento, son increíblemente duros y portan variedad de armas mortíferas. Están rodeados por un aura de entropía que fluye de ellos en oleadas y pudre la carne y corroe el metal. Los Blightlords suelen acompañar a los Lords of Contagion actuando como guardaespaldas formando una poderosa fuerza de asalto de elite.

Pasamos a Cómo Montar, que en esta ocasión nos enseñan cómo montar a Lord Felthius y a la Tainted Cohort que acompañan al fascículo.

En Cómo Pintar nos explican cómo pintar a Lord Felthius y la Tainted Cohort. Nos guían paso a paso a través de todas las pinturas que hemos ido obteniendo en los fascículos anteriores.

Para finalizar este fascículo llegamos a ¡Ataque teleportado!. Continuamos con el Tutorial, pero en esta ocasión nos explican cómo entrar a mitad de partida y nos traen las hojas de referencia de los Lord of Contagion y los Blightlord Terminators.

Un saludo y hasta pronto!!

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